jueves, 25 de octubre de 2007

El ilusionista

Día tras día me veo envuelto en uno de mis mundos: la magia. Dicen las personas que soy ilusionista... bueno, yo también lo digo.

Cuando era pequeño, veía en la televisión personajes que hacían cosas sorprendentes, desaparecían, hacían flotar cosas, transformaban, jugaban con todo lo que estaba alrededor. De chico quería ser así, quería descucbrir cosas nuevas, saber por qué el mundo se mostraba de esta manera y cómo es que era en realidad. Quería volar...

Noche tras noche me sentaba en mi cama antes de dormir y agarraba un paquete de cartas... las miraba, estudiaba cada una de ellas... esperaba a que me dijeran algo... Reina de corazones, dime algo, dame una señal... Un año, en mi inocencia de niño, no me desprendí de mi sueño de crear ilusiones, de hablar con las cartas que en la mano tenía, decirles "Hola, soy Kenneth y quiero ser ilusionista".

Un día, pasado ese año estuve a punto de rendirme. Como niño, sentí que el esfuerzo que había puesto había sido en vano... fue una de las primeras decepciones de mi vida. Nadie siquiera sabía lo que estaba haciendo, yo quería... yo quería darle una sorpresa a mis padres y decirles "miren, soy mago" y mostrarles cómo volaba, cómo transformaba cosas... sin embargo, eso no sucedía. Hasta que sucedió.

Las cartas habían cobrado una forma extraña: estaban gastadas, sucias, olían a decepción. Me senté en mi cama pensando qué hacer para lograr mi objetivo. Pensé en todo el año perdido, como un tonto sentado en mi cama tratando de infuir en unos objetos sucios que contenían números y figuras. "Qué estoy haciendo", dije. "La magia no existe", repetí. Pronto, mi angustia era tanta que las cartas me respondieron. Me respondieron, pero no con palabras, sino que la Reina de corazones que en la mano tenía era ahora un Tres. Un Tres de corazones.

No podía creerlo. La magia no existía, sin embargo, estaba yo ahí con una carta que antes fue Reina y ahora es Tres. No quise aceptarlo, era un sueño. No, no era un sueño, parecía un sueño, pero no lo era. O era un sueño pero la carta estaba ahí, o la carta estaba ahí y no era un sueño.

Desde entonces, el ilusionista nació. La magia es arte, corazón y vida. Es un mundo que está al alcance de nuestras manos. Yo aprendí a buscarlo y lo encontré. La magia no es sólo lo que hace el ilusionista: es lo que todos vemos, todo lo que vemos. La vida es magia.

Invito a todos que conozcan más de mi historia… la historia de un ilusionista.


2 comentarios:

Synchroni dijo...

sugoi!! ne!
ezo kiere decir ke la magia ezta dentro de cada uno?

horushijo dijo...

Muchas gracias Luz, me llamo Alberto, tengo una web llamada horushijo Desarrollo del equilibrio de Dios.
Y en estos momentos me das mucha luz, ya que estoy situando en la transformación de la forma,(levitación y transformación).
Muchisimas gracias por la luz que transmites.cuando te desplaces en el ahora me gustaria conocerte, para que me ilumines de forma presencial.
Yo soy